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Vista panorámica de Anghiari al atardecer

San Francisco en Valtiberina

Lugares para el espíritu en el silencio y la naturaleza de la Valtiberina toscana

Aún hoy, en los silenciosos bosques y acogedores pueblos del valle recorrido por Francisco, se percibe una atmósfera especial en suspensión. 
Aquí, la naturaleza se convierte en voz y respiración, y el profundo sentido de armonía y paz del pensamiento franciscano parece resurgir a cada paso. Es en este escenario que se encuentran los lugares relacionados con el santo, etapas de un camino que aúna espiritualidad, historia y belleza intemporal.

Índice
  • 1.
    El Santuario de La Verna
  • 2.
    La ermita de Montecasale
  • 3.
    El castillo de Montauto
  • 4.
    Las ermitas della Casella y di Cerbaiolo y los caminos de Francisco

El Santuario de La Verna

Vista desde abajo del Santuario de La Verna bañado por los colores del otoño
Santuario de La Verna y los colores del otoño - Credit: Valter Segnan

El Santuario de la Verna se alza imponente sobre la montaña que domina el valle del Casentino, inmerso en un bosque que parece custodiar su silencio y sacralidad. Fue donado a San Francisco por el conde Orlando Cattani a principios del siglo XIII y pronto se convirtió en lugar de oración y recogimiento. 
Aquí, el 17 de septiembre de 1224, el Santo recibió los estigmas, acontecimiento que convirtió a La Verna en uno de los destinos franciscanos más significativos. 
El complejo conserva preciosos testimonios: la pequeña iglesia de Santa Maria degli Angeli construida por Francisco, la Capilla de los Estigmas, la Basílica de Santa Maria Assunta con terracotas de Andrea della Robbia
Pasear por los pasillos del convento o visitar el museo significa viajar a través de la historia, entre relicarios, obras de arte y antiguas salas de la vida conventual. Oteando el paisaje del Casentino, se contemplan las mismas vistas que inspiraron a Dante y Miguel Ángel, en un diálogo continuo entre naturaleza, arte y espiritualidad que aún hoy hace de La Verna un lugar único, capaz de conmover profundamente a quienes se acercan a él.

La ermita de Montecasale

Vista de la Ermita de Montecasale en un día soleado con las montañas al fondo
Ermita de Montecasale - Credit: David Butali

En los bosques de la Valtiberina, no lejos de Sansepolcro, la Ermita de Montecasale guarda recuerdos profundos de la vida de San Francisco. 
Aquí tuvieron lugar episodios emblemáticos de sus enseñanzas: la conversión de los bandoleros que pedían comida a los frailes y la prueba de las coles plantadas al revés, símbolo de obediencia absoluta a la regla.
Fundado en 1192 por monjes camaldulenses como lugar de acogida para los peregrinos que cruzaban el Alpe della Luna, el convento fue cedido a San Francisco en 1213 por el obispo de Città di Castello, convirtiéndose pronto en un importante centro de la espiritualidad franciscana. 
Tras siglos con numerosos cambios de titularidad, desde el XVI está habitado por frailes capuchinos, que aún hoy custodian su quietud.
El complejo, sencillo y austero, refleja la arquitectura pobre de los primeros asentamientos franciscanos, con edificios de piedra local dispuestos según las necesidades de la vida monástica. 
De los recuerdos vinculados a San Francisco, la tradición destaca una piedra sobre la que se dice que descansó el santo. La ermita conserva una escultura de madera policromada de la Virgen con el Niño, reliquias relacionadas con la historia de los bandoleros convertidos y otros signos que mantienen vivo el vínculo entre el lugar y la espiritualidad franciscana.

El castillo de Montauto

Construido entre los siglos XII y XIII sobre las ruinas de una torre longobarda, el Castello de Montauto domina desde lo alto el valle del arroyo Sovara, en una posición que lo hacía casi inexpugnable. San Francisco fue hospedado entre estos muros en varias ocasiones durante sus peregrinaciones a La Verna, acogido por su amigo el conde Alberto Barbolani. 
En la pequeña capilla del castillo, el santo rezaba en silencio, y es aquí donde se conserva el recuerdo de su vinculación con Montauto.

Según la tradición, durante el último viaje de La Verna a Asís, ya marcado por los estigmas y la conciencia del cercano final, Francisco donó al conde su hábito, ya desgastado y cosido con simples tallos de retama crecidos cerca del castillo. Un gesto humilde y poderoso, que transformó aquella tela desgastada en una reliquia preciosa
La túnica se conservó en Montauto hasta 1503, año en que se llevó a Florencia; actualmente se encuentra en la capilla de las reliquias del Santuario de La Verna.

Las ermitas della Casella y di Cerbaiolo y los caminos de Francisco

Ermita de la Casella en el Camino de Francisco, Valtiberina, un día invernal pero soleado
Ermita de la Casella en el Camino de Francisco, Valtiberina - Credit: David Butali

En la cresta del Alpe di Catenaia se encuentra la Ermita de la Casella, donde el santo se detuvo en oración mientras contemplaba el Monte de La Verna. 
No muy lejos, cerca de Pieve Santo Stefano, se alza la Ermita de Cerbaiolo, un antiguo cenobio benedictino donado a Francisco y transformado más tarde en uno de los primeros asentamientos franciscanos del valle.
A estos lugares, y a los demás vinculados a la vida del santo, se puede llegar en coche, pero la forma más auténtica de descubrirlos es recorrer los senderos que atraviesan bosques y crestas a lo largo del Camino de Francisco.
Hay dos rutas principales, ambas partiendo del Santuario de La Verna: la primera discurre por la cresta del Alpe de la Luna y conecta Pieve Santo Stefano con las ermitas de Cerbaiolo y Montecasale hasta Sansepolcro; la segunda sigue el Alpe di Catenaia y va hacia la Ermita della Casella, Caprese Michelangelo, el Castillo y el Cenáculo de Montauto, hasta Anghiari.

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