Un recorrido por los lugares símbolo de la comunidad Judía florentina
Visitar un lugar, afortunadamente, no es solo comprobar la lista de cosas que hay que ver: conocer un lugar también significa descubrir a quienes lo habitan, conocer los estilos de vida de la gente del lugar, mezclarse con ellos, informarse sobre las numerosas poblaciones y comunidades que, aunque a veces pasen de allí durante un corto período de tiempo, han dado forma a esa ciudad y han escrito su historia. En Florencia, por ejemplo, puede ser interesante pasar un día descubriendo las huellas de la cultura Judía, una forma alternativa de explorar la ciudad de los Medici y una manera interesante de entrar en contacto con un mundo diferente.
La sinagoga florentina se distingue por su inconfundible cúpula de cobre verde, que constituye una parte integral del panorama urbano de la ciudad, junto con el campanario de Giotto, que se distingue entre los tejados, y la torre del Palacio Vecchio. Este centro social y cultural, además de religioso, ha sido uno de los primeros edificios de su género que se construyó fuera del barrio judío, por esta razón, forma parte de las sinagogas conocidas como de la emancipación. Maravilloso interior, muy decorado con arabescos y mosaicos, como también su jardín, lugar de reflexión, ante la presencia de una placa con los nombres de los hebreos florentinos desaparecidos en tiempos de persecución.
En los espacios de la sinagoga se ha montado un museo que desea narrar los diferentes matices de la cultura judía. Dividido en varias secciones, dedica una de ellas a la relación de los judíos con Florencia, desde su asentamiento, pasando por la construcción del gueto y los acontecimientos relacionados con la Segunda Guerra Mundial. Precisamente en relación a esta última, hay una sala en particular que ha sido pensada para mantener viva la memoria del Shoah - Holocausto. Igualmente interesante es la parte de la exposición que describe, a través del mobiliario doméstico, los momentos más importantes en la vida de un judío, entre vida cotidiana y fiestas religiosas.
Hay dos cementerios hebreos que se pueden visitar algunos domingos de cada mes. Las tumbas que se encuentran aquí tienen un valor artístico, pero sobre todo, un valor histórico: es un lugar que se presta al silencio y al recogimiento interior, pero que también lleva a la comprensión de los acontecimientos y a la elaboración de los hechos. El cementerio más antiguo se encuentra en Viale Ariosto del 1777, mientras que el cementerio en Via Caciolle, que cuenta con unas cinco mil tumbas, fue construido entre los años 1881 y 1884.
La cultura -los viajeros lo saben- también se compone por un patrimonio intangible que no tiene horarios de apertura ni entradas. Para aprender a escuchar y disfrutar de momentos pensados para conocer historias lejanas, puedes participar en el Balagan Café, a una kermesse cultural que anima el jardín de la sinagoga con conciertos nocturnos, bailes, encuentros sobre los temas más variados, lecturas y puestos gastronómicos.
Para concluir esta inmersión en la comunidad hebrea en Florencia, no se puede dejar de lado la comida, que siempre ha sido la expresión de un territorio, de un pueblo, de un credo. Justo al lado de la sinagoga hay un restaurante que ofrece recetas estrictamente kosher: desde los más clásicos falafel y hummus de garbanzos a los dulces característicos como el halva y los blintzes.
