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Fortaleza de Verrucole
Photo © Camelia.boban
Photo © Camelia.boban

La Vía Matildica del Santo Rostro: un camino con puentes, fuertes y fortalezas

Las torres de vigilancia y los castillos inexpugnables dominan las vistas de Garfagnana, y los arcos de piedra seculares sobre los cursos de agua parecen conducir a un mundo de fábulas.

Las cimas de las montañas y los valles dibujan el perfil de Garfagnana, un territorio verde y de aspecto algo salvaje, esparcido de fuertes, fortalezas y castillos, donde antiguos puentes de piedra se han mantenido durante siglos en el lecho del río Serchio. Siguiendo la Vía Matildica del Santo Rostro, uno se adentra en una tierra espléndida, a veces de cuento de hadas, y se encuentran numerosas estructuras llenas de encanto, cuyos orígenes se pierden a menudo en la bruma del tiempo, mezclándose incluso con la leyenda.

Muchas de las fortificaciones que vigilan Garfagnana desde hace siglos, hablan de un pasado antiguo, marcado por los pasos de las tropas romanas primero y de los comandantes medievales después. Sus imponentes siluetas acompañan al viajero a lo largo del camino, o lo observan desde lejos: es el caso de la impresionante Fortaleza de Verrucole, que con su torre poligonal y sus largos muros parece el escenario perfecto para una película de fantasía.

El Puente de los Molinos en Castiglione di Garfagnana
El Puente de los Molinos en Castiglione di Garfagnana - Credit: Archenzo

Tras entrar en Toscana por el paso apenínico de San Pellegrino, uno de los primeros pueblos fortificados a los que llega la Vía Matildica es Castiglione di Garfagnana. De origen romano pero de trazado medieval, el castillo era fundamental para asegurar un control militar de los pasos del Apenino, y precisamente por su importancia sufrió repetidos asedios. El fuerte, los bastiones y los altos muros del antiguo castillo saludan a los viajeros cuando salen del pueblo y se adentran en el bosque, donde el Puente de los Molinos se revela entre los arbustos. Construido durante la Edad Media, el puente dimana el encanto antiguo de las construcciones de piedra, y con su arco de medio punto domina el torrente Esarulo, afluente del Serchio.

La Fortaleza de Ariosto en Castelnuovo de Garfagnana
La Fortaleza de Ariosto en Castelnuovo de Garfagnana - Credit: trukdotcom

Más recientes son las fortalezas de Castelnuovo di Garfagnana, que la Vía Matildica encuentra prosiguiendo su camino hacia Lucca. Al centro histórico se accede cruzando los puentes de piedra dedicados a la Virgen y a Santa Lucía, este último directamente conectado a las antiguas murallas. Dentro del pueblo, la Fortaleza de Ariosto se ha integrado en la vida urbana, pero su encanto ha permanecido inalterado: el castillo se construyó durante la Edad Media, pero ha pasado a la historia por haber sido el hogar de Ludovico Ariosto durante el periodo en que fue gobernador de Garfagnana. A poca distancia de la ciudad se encuentra la Fortaleza de Monte Alfonso: con un trazado irregular y orígenes del Siglo XVI, la estructura se alza imponente, el último bastión del Ducado de Este en Toscana.

La Vía Matildica del Santo Rostro continúa, encontrando numerosos pueblos fortificados y puentes que desafían los siglos. En Gallicano se atraviesa una larga pasarela sobre el río Serchio, y desde el pueblo es posible llegar hasta el milenario Fuerte de Trassilico, que con sus terrazas y su posición panorámica ofrece una vista impresionante del verde paisaje de Garfagnana.
El Puente del Solco, parcialmente cubierto y oculto por la vegetación, marca la aproximación a la aldea de Filecchio; desde aquí, unos pocos kilómetros separan a los viajeros de Ghivizzano, una antigua fortaleza medieval. El pueblo es un laberinto de callejones y pasajes subterráneos, y la historia antigua se encuentra en el trazado del castillo, así como en el fuerte y la Torre de Castruccio, antaño dotada de almenas que han desaparecido casi por completo.

El Puente del Diablo en Borgo a Mozzano
El Puente del Diablo en Borgo a Mozzano - Credit: Pinrouge

Unos kilómetros antes de llegar a Lucca, el Puente del Diablo destaca por su perfil singular e irregular: el gran arco de medio punto está flanqueado por otros tres arcos más pequeños. El Puente de Magdalena (este es su nombre oficial) ha dado lugar a leyendas sobre su construcción, pero sus orígenes siguen siendo desconocidos, aunque hay quien atribuye su construcción a Matilde de Canossa.

La llegada a Lucca está sancionada por los poderosos baluartes de las murallas renacentistas: la Vía Matildica se adentra en la "Ciudad de las 100 Iglesias" a través del Baluarte de San Frediano, y en el último tramo de su recorrido regala al viajero la emoción de caminar sobre esta icónica fortificación, hasta el punto final del paseo: la estatua del Santo Rostro.

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