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Viñas en Rufina
Photo © TOB
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Rufina

Muy cerca de Florencia, el pueblo de la excelencia vinícola, gastronómica e histórica

Son las hileras de viñas las que guían la mirada bajando las colinas cuando se admira el paisaje de Rufina. Interrumpen esta visual ordenada, a la cual participan también los olivos, las vastas extensiones de campaña, con la magia que crea el trigo, cambiando su color de semana en semana. En efecto, Rufina es desde hace siglosla tierra del vino por excelencia: ya en el 1716, Cosimo III de los Medici la nombró oficialmente como una de las cuatro zonas toscanas que producían vinos preciados.

De vez en cuando, siguiendo con la mirada los altos cipreses, se encuentran villas, granjas y castillos, que en su día fueron las residencias de las nobles familias florentinas.

Qué puedes ver en Rufina

La producción típica del vino lleva dentro de sí misma una historia que es de todo el territorio y que se encuentra narrada en el Museo de la Viña y del Vino de Villa Poggio Reale. El elegante edificio del Siglo XVI, rodeado por un agradable parque, custodia también la colección del artista florentino Marco Romoli. Además, la Villa está rodeada por un gran parque abierto al público donde hay un bosque, llamado Ragnaia, que incluye una parcela de viñedos y huertas, así como una zona de juegos para niños.

Merece la pena visitar las antiguas iglesias y parroquias medievales de las colinas, como la Chiesa di San Pietro en Turicchi, la Chiesa di Santa Maria en Falgano; subiendo hacia la aldea de Pomino encontramos la Pieve di Santo Stefano en Castiglioni, la Chiesa di San Pietro en Petrognano y, por último, la Pieve di San Bartolomeo en Pomino.

Más allá de Pomino, encontramos Berceto, un lugar de la memoria, escenario de una masacre nazi-fascista en 1944.

La producción típica del vino lleva dentro de sí misma una historia que es de todo el territorio y que se encuentra narrada en el Museo de la Viña y del Vino de Villa Poggio Reale. El elegante edificio del Siglo XVI, rodeado por un agradable parque, custodia también la colección del artista florentino Marco Romoli. Además, la Villa está rodeada por un gran parque abierto al público donde hay un bosque, llamado Ragnaia, que incluye una parcela de viñedos y huertas, así como una zona de juegos para niños.

Merece la pena visitar las antiguas iglesias y parroquias medievales de las colinas, como la Chiesa di San Pietro en Turicchi, la Chiesa di Santa Maria en Falgano; subiendo hacia la aldea de Pomino encontramos la Pieve di Santo Stefano en Castiglioni, la Chiesa di San Pietro en Petrognano y, por último, la Pieve di San Bartolomeo en Pomino.

Más allá de Pomino, encontramos Berceto, un lugar de la memoria, escenario de una masacre nazi-fascista en 1944.

En los alrededores

A corta distancia de los paisajes montañosos de Rufina, nuestro viaje continúa en el área de Florencia en Londa, un característico pueblo ya conocido en tiempos de los Etruscos.
Además del lago, una cuenca artificial construida a finales de los años 60 sobre las aguas del torrente Rincine, Londa cuenta con una producción agrícola de gran valor y riqueza. De hecho, aquí se cultiva la Pesca Regina, una variedad de sabroso y tardío melocotón al que se rinde homenaje cada año en septiembre en una fiesta popular.

Si buscas productos y sabores auténticos, el itinerario puede proceder a las tierras de Pontassieve: en estos campos encontrarás una mezcla de tradición e innovación, con granjas biológicas y biodinámicas, agroturismos y haciendas.

En cambio, en Pelago se puede respirar plenamente lo que la naturaleza siempre ha preservado: las colinas del territorio, de hecho, están cubiertas de ricos bosques y setas. Por ejemplo, en el pequeño pueblo de Raggioli, por ejemplo, se puede comprender fácilmente la armonía que se crea entre el hombre y la naturaleza en estos lugares. Se puede pasear por el pueblo y sus callejuelas de piedra, respirar la atmósfera medieval y dejarse fascinar por las casas encaramadas, que en su día fueron el hogar de leñadores, carboneros y campesinos.

A corta distancia de los paisajes montañosos de Rufina, nuestro viaje continúa en el área de Florencia en Londa, un característico pueblo ya conocido en tiempos de los Etruscos.
Además del lago, una cuenca artificial construida a finales de los años 60 sobre las aguas del torrente Rincine, Londa cuenta con una producción agrícola de gran valor y riqueza. De hecho, aquí se cultiva la Pesca Regina, una variedad de sabroso y tardío melocotón al que se rinde homenaje cada año en septiembre en una fiesta popular.

Si buscas productos y sabores auténticos, el itinerario puede proceder a las tierras de Pontassieve: en estos campos encontrarás una mezcla de tradición e innovación, con granjas biológicas y biodinámicas, agroturismos y haciendas.

En cambio, en Pelago se puede respirar plenamente lo que la naturaleza siempre ha preservado: las colinas del territorio, de hecho, están cubiertas de ricos bosques y setas. Por ejemplo, en el pequeño pueblo de Raggioli, por ejemplo, se puede comprender fácilmente la armonía que se crea entre el hombre y la naturaleza en estos lugares. Se puede pasear por el pueblo y sus callejuelas de piedra, respirar la atmósfera medieval y dejarse fascinar por las casas encaramadas, que en su día fueron el hogar de leñadores, carboneros y campesinos.

Eventos

Aún más afortunados son quienes se encuentran de paso por esta parte de Toscana en otoño, cuando la comunidad se reúne para celebrar Bacco Artigiano, una gran fiesta que implica esta excelencia rindiéndole homenaje con una verdadera procesión. De hecho, el Carro Matto sale de Rufina, un vehículo agrícola tirado por bueyes de la raza Chianina que llega a Florencia cargado con 1500 damajuanas. Luego, el vino es bendecido en la anteiglesia de la Catedral y simbólicamente donado, como en el pasado, a la comunidad florentina.

El Sábado Santo se escenifica el Scoppio del Carro, una celebración tradicional que tiene lugar en Piazza Umberto I. El Estallido del Carro de Rufina nació en 1937, cuando algunos ciudadanos inventaron un mecanismo rudimentario llamado Berta, capaz de provocar fuertes estallidos con una barra de hierro y cápsulas de plomo. Tras la interrupción debida a la guerra, en 1946 la ceremonia se convirtió oficialmente en el Scoppio del Carro, con el uso de una carreta decorada tirada por bueyes. El encendido se hacía mediante una "colombina", que recorría un cable, encendía los fuegos y volvía, en señal de una buena cosecha si se completaba el viaje. En los años cincuenta el carro adoptó una forma piramidal más elaborada, con decoraciones luminosas, y la hora de celebración se trasladó a medianoche; a partir de mediados de los años sesenta, se añadieron fuegos artificiales, dando forma a la versión moderna del evento. 

En la segunda quincena de mayo, la comunidad de Rufina, junto con la de Montebonello, celebra el festival "Corso della Nave" (Camino de la Nave). El evento recibe el nombre de un camino que conducía a un vado donde una pequeña barcaza transportaba personas y vehículos hasta la otra orilla del río Sieve, donde se levanta el actual pueblo de Montebonello. Un fin de semana festivo caracterizado por la tradición y las recreaciones históricas pero también los mercados y los espectáculos musicales.

Aún más afortunados son quienes se encuentran de paso por esta parte de Toscana en otoño, cuando la comunidad se reúne para celebrar Bacco Artigiano, una gran fiesta que implica esta excelencia rindiéndole homenaje con una verdadera procesión. De hecho, el Carro Matto sale de Rufina, un vehículo agrícola tirado por bueyes de la raza Chianina que llega a Florencia cargado con 1500 damajuanas. Luego, el vino es bendecido en la anteiglesia de la Catedral y simbólicamente donado, como en el pasado, a la comunidad florentina.

El Sábado Santo se escenifica el Scoppio del Carro, una celebración tradicional que tiene lugar en Piazza Umberto I. El Estallido del Carro de Rufina nació en 1937, cuando algunos ciudadanos inventaron un mecanismo rudimentario llamado Berta, capaz de provocar fuertes estallidos con una barra de hierro y cápsulas de plomo. Tras la interrupción debida a la guerra, en 1946 la ceremonia se convirtió oficialmente en el Scoppio del Carro, con el uso de una carreta decorada tirada por bueyes. El encendido se hacía mediante una "colombina", que recorría un cable, encendía los fuegos y volvía, en señal de una buena cosecha si se completaba el viaje. En los años cincuenta el carro adoptó una forma piramidal más elaborada, con decoraciones luminosas, y la hora de celebración se trasladó a medianoche; a partir de mediados de los años sesenta, se añadieron fuegos artificiales, dando forma a la versión moderna del evento. 

En la segunda quincena de mayo, la comunidad de Rufina, junto con la de Montebonello, celebra el festival "Corso della Nave" (Camino de la Nave). El evento recibe el nombre de un camino que conducía a un vado donde una pequeña barcaza transportaba personas y vehículos hasta la otra orilla del río Sieve, donde se levanta el actual pueblo de Montebonello. Un fin de semana festivo caracterizado por la tradición y las recreaciones históricas pero también los mercados y los espectáculos musicales.

Platos y productos típicos

La composición del terreno y el clima son la base de uno de los Chianti más fragantes, que llega a envejecer hasta treinta años y que ha obtenido la mención "Chianti Rufina DOCG". Mientras caminas por estas colinas, puedes tener el privilegio de encontrar a los productores locales y sumergirte en las fragancias y tonos rubí de esta celebrada bebida. Este vino es también un ingrediente fundamental en la preparación del "stracotto de Chianti" (guiso), una antigua receta de la cocina toscana que requiere una cocción lenta y prolungada de la carne.

La composición del terreno y el clima son la base de uno de los Chianti más fragantes, que llega a envejecer hasta treinta años y que ha obtenido la mención "Chianti Rufina DOCG". Mientras caminas por estas colinas, puedes tener el privilegio de encontrar a los productores locales y sumergirte en las fragancias y tonos rubí de esta celebrada bebida. Este vino es también un ingrediente fundamental en la preparación del "stracotto de Chianti" (guiso), una antigua receta de la cocina toscana que requiere una cocción lenta y prolungada de la carne.

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