
Fra' Beato Angelico, conocido entre nosotros simplemente como Fra Angelico, fue uno de los pintores italianos más importantes de la primera mitad del siglo XV. De las muchas ciudades italianas donde trabajó, Florencia cuenta con el mayor número de obras maestras suyas, muchas de las cuales se conservan en el Museo di San Marco, el convento donde el famoso fraile pintor vivió durante largos años. Sus cuadros, de temática exclusivamente religiosa, están impregnados de delicadeza, armonía, colores brillantes y luminosidad, casi reflejos de la luz divina.
Descubre los lugares, en Florencia y sus alrededores, donde puedes entrar en contacto con su arte.
Si quieres respirar la atmósfera de sus orígenes, la tierra que vio nacer a Fra Angelico (y también a Giotto), te recomendamos una excursión al Mugello, más concretamente a Vicchio, el pequeño pueblo en el corazón de la campiña del Mugello donde nació Angelico en 1395 y donde, además, se encuentra el Museo di Arte Sacra Beato Angelico.
Fra Angelico, o Beato Angelico, es el apelativo por el que es más se le conoce, pero en su época se le conocía simplemente como Fra' Giovanni da Fiesole, en referencia al convento dominico de San Domenico, una aldea de Fiesole, donde hizo sus votos hacia 1420. En esta hermosa iglesia, en las laderas de las colinas de Fiesole, aún puede admirarse el llamado Retablo de Fiesole (Virgen en el trono con el Niño, ángeles y santos), cuyo fondo fue readaptado por Lorenzo di Credi en 1501 y que Angelico pintó junto con otras obras tempranas. Desde aquí, se puede llegar fácilmente a pie a Fiesole, siguiendo la ruta de la pintoresca y antigua Via Vecchia Fiesolana.
Hay un lugar en Florencia, fuera de los caminos trillados del turismo de masas, que no puede perderte: el Museo de San Marcos. En este lugar de rara belleza –a tiro de piedra de la mucho más concurrida Galleria dell'Accademia– Fra Angelico vivió y trabajó durante muchos años desde 1449 aproximadamente, dejándonos obras maestras de valor ímprobo. La belleza de su obra echa aquí sus raíces en la armonía del conjunto arquitectónico, reconstruido durante el Renacimiento por Michelozzo a instancias de los Médicis.
En la planta baja, en la antigua hospedería, se encuentra la Sala del Beato Angelico, con una extraordinaria colección de obras sobre madera procedentes de numerosas iglesias florentinas. Entre ellas, no hay que perderse: la gran Deposición de la Cruz, la Madonna dei Linaioli, el Juicio Final y el Retablo de San Marcos; también destaca el conmovedor fresco de la Crucifixión en la sala capitular. Continuando en la planta superior, al llegar a lo alto de la gran escalera nos recibe una espléndida Anunciación pintada al fresco; a lo largo de los pasillos se encuentran las numerosas celdas de los frailes –el verdadero corazón del museo– decoradas con pequeños frescos: apuntes íntimos y esenciales de espiritualidad y contemplación, obra de Fra Angelico y sus colaboradores. Autógrafa, también a lo largo del pasillo, es la Madonna delle ombre, realizada al regreso de Angelico de su primera estancia en Roma y en Orvieto.
Si deseas admirar otra obra maestra de Fra Angelico, fruto sublime de su madurez, la encontrarás en la Galleria degli Uffizi: la Coronación de la Virgen, destinada originalmente a la iglesia de Sant'Egidio (Spedale di Santa Maria Nuova) es una pintura luminosa sobre fondo dorado, animada por una multitud de santos, ángeles e instrumentos musicales; un rayo delicadamente grabado difunde la luz divina desde el centro.