Portoferraio es el corazón histórico y cultural de la Isla de Elba: un pintoresco puerto rodeado de fortificaciones mediceas, antiguas villas romanas y un animado centro histórico con vistas a los muelles. Fundado en 1548 a instancias de Cosme I de Médicis sobre los vestigios de la antigua Fabricia, el pueblo actual atesora un patrimonio único que entrelaza la arquitectura militar renacentista, la etapa napoleónica y algunas de las vistas más fascinantes de la isla. Pasear entre los bastiones, visitar las residencias del Emperador, acudir a los museos y relajarse en las playas más emblemáticas de la costa norte: cinco experiencias que no puedes perderte para vivir de verdad este rincón de Elba.
Al llegar por mar, Portoferraio te da la bienvenida con sus imponentes fortificaciones mediceas, un extraordinario sistema defensivo construido por Cosme de Médicis a mediados del siglo XVI.
Las murallas, diseñadas por los arquitectos Bellucci y Camerini y perfeccionadas posteriormente por Bernardo Buontalenti, transformaron la antigua Cosmópolis en una fortaleza inexpugnable, capaz incluso de resistir el asalto del corsario Dragut en 1553.
Hoy, este conjunto monumental se presenta como un itinerario fascinante a través de murallas, pasarelas y escaleras que siguen el perfil del promontorio.
Forte Falcone, Forte Stella y La Linguella conservan intacta la huella de los Médicis: un sistema fortificado que acompaña al visitante por un recorrido de bastiones y pasarelas panorámicas. Al ascender a la cima, la vista se abre sobre todo el puerto de Portoferraio, entrelazando en una sola mirada la historia militar, la elegancia renacentista y el azul profundo del mar.
También Napoleón quedó impresionado por el encanto de Portoferraio. Durante su exilio en Elba, eligió aquí su residencia oficial, en la Palazzina dei Mulini.
Con vistas directamente al mar y a la espectacular escalinata que sube al Forte Stella, se llamó así porque anteriormente allí había molinos de viento.
A pocos kilómetros del centro se encuentra Villa San Martino, residencia de verano del emperador, transformada posteriormente por el príncipe Anatolio Demidoff con la espléndida Galería neoclásica que lleva su nombre.
Entrar en estas mansiones es sumergirse en la atmósfera de la Elba del siglo XIX y descubrir al hombre detrás del mito.
Portoferraio encierra un tesoro de historia y de arte. La Pinacoteca Foresiana, instalada en el cuartel De Laugier, reúne obras y colecciones donadas por el intelectual Mario Foresi en 1914, que dan cuenta de un siglo de cultura de la isla.
En La Linguella, junto a la Torre del Martello, el antiguo almacén de sal alberga el Museo Archeologico, que conserva objetos procedentes de toda Elba y de otras islas del archipiélago toscano: cerámicas, ajuares funerarios, reliquias y testimonios de los orígenes griegos, etruscos y romanos de la población.
A solo unos pasos se encuentran los restos de la Villa romana della Linguella, y al otro lado del golfo están los de la Villa delle Grotte, una terraza natural con vistas al mar.
Dominando el paisaje, sobre un espolón rocoso en los límites entre Portoferraio y Rio, se alza el Castello del Volterraio, la fortaleza más antigua de la isla.
Sus orígenes se remontan a época etrusca, pero fueron los pisanos quienes lo convirtieron en una fortaleza prácticamente inexpugnable.
La corta pero panorámica ascensión recompensa con una de las vistas más impactantes de Elba: un horizonte desde los picos del monte Capanne hasta Córcega en un día despejado.
Lugar ideal para captar el alma salvaje y contemplativa de la isla.
Portoferraio está rodeado de algunas de las playas más emblemáticas de Elba, que destacan por el color blanco de los guijarros y la transparencia del agua.
A pocos minutos del centro se encuentra Le Ghiaie, una piscina natural con reflejos turquesas.
Siguiendo hacia el norte se llega a Capo Bianco, Sottobomba y Sansone, entre blancos acantilados y fondos marinos perfectos para snorkel.
En la parte occidental, las grandes bahías arenosas de Scaglieri y Biodola acogen a quienes desean un mar más suave y ardientes puestas de sol.
Desde Portoferraio es fácil llegar a cualquier punto de la isla, pero ya en sus alrededores se descubre una sorprendente variedad de paisajes marinos.