El farro se utiliza principalmente como ingrediente en excelentes sopas. La más sustanciosa requiere una crema de frijoles, salsa de tomate, todos los aromas de la huerta y un poco de carne de cerdo para darle sabor durante la cocción. En cambio, la sopa de farro más ligera se elabora con todas las verduras, desde el calabacín hasta la patata, a las que se añaden las judías borlotti. Pero el farro tiene un sabor que va bien con diferentes ingredientes: desde los hongos porcini hasta el pescado y también es muy sabroso servido como ensalada fría.
Como todo lo auténtico, al ser fruto de una cultura que nace de la estrecha relación entre el hombre y su territorio, el origen del farro también debía ser garantizado y protegido. Esto es lo que la Comunidad Montana de Garfagnana ha intentado hacer, primero obteniendo la "Indicación Geográfica Protegida" y luego estableciendo dentro de ella un comité de control y promoción. Esta y otras acciones forman parte de una estrategia más amplia destinada a aumentar el valor de los productos típicos y la protección del consumidor.