Los sitios abandonados tienen un encanto peculiar: insinúan el esplendor o la función que tuvieron antaño, pero también evocan un aura de misterio. La naturaleza suele apoderarse de todo y entonces el mérito arquitectónico se combina con un cierto gusto por lo salvaje.
Estos lugares poseen valor estético o están ubicados en bellos entornos paisajísticos, por ello es importante que se restauren y se les dé nueva vida, quizá con funciones distintas de las que tenían originalmente, pero utilizables por todos.
Te invitamos a descubrir tres lugares "abandonados" de la zona de Florencia, donde el pasado vuelve a la vida gracias a proyectos de remodelación y oportunidades extraordinarias para su visita.
Quizás ya lo hayas visto en la película "El cuento de los cuentos", rodada en 2015 por Matteo Garrone. El ecléctico Castillo de Sammezzano fue construido en la segunda mitad del siglo XIX con estilo orientalista por su imaginativo propietario, el marqués Ferdinando Panciatichi Ximenes. Con interiores absolutamente originales y un enorme parque de 65 h, Sammezzano es tan especial que FAI lo ha incluido como Luogo del Cuore (Lugar del Corazón).
Situado en el municipio de Reggello, el castillo y la propiedad fueron adquiridos en 2025 por Giorgio Moretti, empresario florentino. El complejo se restaurará y se utilizará, al menos su parte más oriental, como museo, mientras que una parte del parque podrá ser disfrutada por el público.
A lo largo del Arno, en la Edad Media y en siglos posteriores, había muchas fábricas, como las Gualchiere di Remole, para el batanado de la lana, actividad que requería la fuerza del agua. Los batanes Gualchiere di Remole son un prestigioso ejemplo de arqueología industrial medieval, con aspecto de edificio fortificado, se alzan sobre el río en el municipio de Bagno a Ripoli, testigos mudos de una actividad que enriqueció a Florencia.
El edificio de las Gualchiere –todavía bello a pesar de los años, las inclemencias del tiempo y el abandono– es objeto de un proyecto de recuperación y valorización por parte del Ayuntamiento de Florencia, actual propietario. El proyecto incluye la realización de un museo y una central hidroeléctrica.
Toda una colina entre Carmignano, Comeana y Signa está ocupada por los edificios de lo que fue la fábrica de explosivos o Dinamitificio Nobel. Estuvo en funcionamiento en la primera mitad del siglo XX para abastecer al ejército, siendo un centro industrial de vanguardia también por los servicios para los trabajadores (enfermería y guardería entre otros), un asentamiento de unos cien edificios que empleó a 3500 personas en su apogeo.
Toda la zona está cercada por una valla y no es accesible. Los edificios, algunos de gran valor arquitectónico, pueden verse desde el exterior y siguen en buen estado a pesar de que la naturaleza se está imponiendo. Han surgido muchos proyectos para devolver este inmenso espacio al uso público, pero hasta ahora ninguno se ha materializado. El municipio de Signa suele organizar una jornada extraordinaria al año en la que se puede acceder a este lugar excepcional.