El alabastro calcáreo, el que se labora en Volterra y, en particular, el extraído del subsuelo en Castellina Marittima, se formó en el periodo mioceno como resultado de un proceso de sedimentación y concentración de sulfato de calcio contenido en las aguas marinas.
Se trata de una piedra maleable cuyo procesamiento, gracias a su particular suavidad, es mucho más fácil respecto al mármol y, por lo tanto, es apta para reproducir a pequeña escala ciertos diseños decorativos que presentan muchos detalles y retratar en sus mínimos particulares el rostro humano, según los cánones estéticos que dominaban los estilos del arte clásico.