Situada en el corazón del Valdarno Aretino, entre Florencia, Arezzo y Siena. Montevarchi es una población con siglos de historia. Desde la cuenca prehistórica que antaño ocupó el valle, pasando por los esplendores de la Edad Media y el Renacimiento, hasta su vibrante identidad cultural actual, en Montevarchi pasado y presente se reúnen en un fascinante equilibrio.
La historia del territorio de Montevarchi se remonta millones de años atrás. El Museo Paleontologico conserva restos de animales que poblaron el Alto Valdarno hace tres millones de años: elefantes, tigres dientes de sable, hipopótamos y ciervos gigantes.
El siglo XI marcó el inicio del primer núcleo urbano: los marqueses Bourbon del Monte Santa Maria edificaron un castillo en la colina dei Cappuccini para proteger un hospital de peregrinos. La zona ya albergaba en el siglo VII el Monasterio de Sant'Angelo, hoy sede de la Chiesa di Santa Croce y de Ginestra Fabbrica della Conoscenza, moderno espacio cultural. En el siglo XII Montevarchi pasó a manos de los condes Guidi, partidarios de la creación de un mercado. Pero fue en 1254, con su paso a Florencia, cuando la ciudad experimentó un crecimiento decisivo: se convirtió en puesto militar estratégico y en el mercado del Valdarno, con el comercio de cereales, lino y cáñamo.
El corazón de la ciudad es la Piazza Varchi, donde destacan dos símbolos: el Palazzo del Podestà, hoy sede del ayuntamiento y de exposiciones, y la Collegiata di San Lorenzo, construida entre los siglos XIII y XIV y ampliada en época barroca.
En la colegiata, el célebre Tempietto Robbiano, obra de Andrea della Robbia entre 1490 y 1499, se conserva hoy en el Museo de Arte Sacro junto con pinturas, esculturas y valioso mobiliario litúrgico. Fuera del centro, merecen una visita la Chiesa di Santa Maria al Giglio, iglesia con la Madonna del Ponte, y la Chiesa di Santa Maria delle Grazie, con una Sagrada Familia de la escuela florentina.
A partir del siglo XIX Montevarchi se convirtió en un centro cultural de referencia gracias a la Accademia Valdarnese del Poggio, que aún hoy alberga una rica biblioteca y colecciones paleontológicas. Por otra parte, el siglo XX trajo un emblema arquitectónico: Villa Masini (1927), una refinada fusión de liberty, art déco y eclecticismo. Villa también conocida por ser uno de los decorados de la película La vita è bella de Roberto Benigni, ganadora de un Oscar.