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Abadía Santa Maria a Vigesimo

church
Lugares de culto

La antigua Iglesia en Barberino di Mugello fue fundada por el Vallambrosano San Giovanni Gualberto

La Abadía Santa Maria a Vigesimo, en Barberino di Mugello, toma su nombre de la vigésima piedra miliar de una calle romana que partía desde Florencia y se dirigía hacia el norte. La iglesia surge, ligeramente realzada, en una pradera delimitada por cipreses: fundada por el Vallambrosano San Giovanni Gualberto, hay noticias ciertas de su existencia desde el 1074.

La gran logia está decorada con estatuas de la Justicia y la Misericordia, obras del escultor Francesco Arrighi, mientras que el interior de estilo barroco es el resultado de las intervenciones que siguieron, entre los siglos XVII y XVIII.

El campanario en espadaña, de ladrillo, sostiene tres campanas, dos de las cuales se remontan al 1494 y el 1522, respectivamente.

El interior, al que se accede por una bella puerta finamente tallada, consta de una sola nave cubierta con una bella estructura de madera.

La Abadía
La Abadía

En el centro del ábside se encuentra una Asunción de Maria rodeada de ángeles y santos, atribuida durante años a Domenico Ghirlandaio y que en cambio, es una obra de un pintor florentino anónimo del siglo XV, mientras que en los laterales dos frescos de Giusto Rossi representan la Sagrada Familia y la Virgen con el Niño Jesús y San Giovannino.
En los muros laterales hay cuatro altares: en el segundo a la izquierda hay un hermoso panel del siglo XV con una Santissima Annunziata fuertemente inspirada en aquella del santuario florentino del mismo nombre.

Encima de los confesonarios, en nogal finamente tallado, se representan varios episodios de la vida de la Madonna y más arriba, seis pinturas ovaladas de Vincenzo Pacini del 1747, tres en cada lado, representan otros santos Vallombrosani.

De gran valor es también el órgano, decorado con molduras y tallas, y el parapeto del coro del siglo XVIII, tallado y dorado, en estilo rococó.

Bajo el altar mayor se conserva y venera el cuerpo de San Vincenzo mártir, trasladado aquí desde las catacumbas de San Ciriaco en el 1676. En el suelo, varios pozos de piedra denuncian la presencia de sepulturas comunes, dos de las cuales están reservadas respectivamente para monjes y abades.

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