Viajar a pie significa sobre todo sumergirse en la naturaleza, conocer el territorio y también algo más sobre uno mismo. Lo saben bien los peregrinos que caminan durante días por carreteras y senderos entre el verdor para llegar a su destino: un importante lugar de culto.
Los personas creyentes, en su búsqueda de lo divino, mantienen una relación con lo sobrenatural que está mediada por lugares físicos, considerados sagrados. El viaje hacia a estos lugares, o bien, la peregrinación, se convierte en una acción sagrada que prepara para el encuentro con Dios.
Nuestra excursión por los caminos históricos y religiosos comienza con el emblema del cristianismo en Europa: la Vía Francígena.
Sin duda, uno de los recorridos más transitados de Occidente es la Vía Francígena, que va de Canterbury hasta Roma pasando por Francia (a eso se refiere su nombre) y recorre Toscana a lo largo de unos 400 km.
El itinerario nos permite atravesar espléndidas ciudades de arte y visitar majestuosas catedrales, así como paisajes declarados Patrimonio de la Humanidad por UNESCO. Durante el recorrido, tenemos la oportunidad de detenernos y ver de cerca reliquias de gran valor para los fieles. Por ejemplo, la cabeza y el dedo de Santa Catalina de Siena (patrona de Italia) conservados en la Basílica de San Domenico de Siena y el brazo derecho de San Juan Bautista (de quien Jesús recibió el bautismo en las aguas del río Jordán) en la Catedral de Siena. Esta última reliquia se expone del 19 al 24 de junio de cada año con motivo de la festividad de San Juan.
Junto al recorrido oficial de la Vía Francígena, narrada por el Arzobispo de Canterbury Sigeric en su diario, existen otros recorridos de interés histórico, naturalístico y religioso.
También es famosa e importante la red de itinerarios conocido como El Camino de Francisco, que recorre los fascinantes Bosques de Casentino. Para seguir las etapas del santo, es imprescindible visitar el Santuario de La Verna, donde San Francisco recibió los estigmas.
A lo largo de todas los recorridos que componen el camino -que pasa por Anghiari, Arezzo y Cortona- se encuentran testimonios del santo en el arte, las iglesias y, sobre todo, en las eremitas, como aquel de Le Celle y el Convento de Montecasale, ambos fundados por San Francisco.
La Vía Matildica atraviesa parte de lo que fueron los vastos dominios de una importante figura de la Edad Media: la Gran Condesa Matilde de Canossa. Partiendo de Mantova, se atraviesa Garfagnana y Valle del Serchio para llegar a Lucca y, en particular, al precioso Santo Rostro, conservado en un enorme relicario dorado en la Catedral de San Martino.
La Vía está plagada de símbolos y leyendas, como la que rodea al Puente de Magdalena en Borgo a Mozzano, más conocido como el Puente del Diablo.
Entre los pueblos más bonitos del itinerario se encuentra en Barga, sede de la antigua Catedral de San Cristoforo y galardonada con la Bandera Naranja por el Touring Club Italiano.