Extensiones verdes infinitas, viñedos prósperos, prados donde recostarse a la sombra de los olivos y los cipreses. La campaña toscana es un emblema, un puente ideal con nuestro pasado rural, un símbolo del equilibrio entre la naturaleza feliz y la mano amable del ser humano, la imagen de un sueño para la comunidad. Mirarlo da la misma emoción que estar ante una gran obra de arte.
La campiña toscana enseña a respetar, a esperar con paciencia y devoción el paso de las estaciones, a nutrirse con comida genuina y a disfrutar de buenos vinos en compañía. Enseña que no todo se puede conseguir a nuestro gusto, pero que el trabajo duro da frutos que son impagables.
Aquí pastan rebaños, manadas de vacas de raza Chianina y de Maremma. Aquí se esconden setas y trufas y se cultivan legumbres y cereales.
Surcada por caminos históricos y carreteras sinuosas para pedalear, ya sea a ritmo lento o para practicar deportes, la sensación de libertad no tiene precio. Basta pensar en la Vía Francígena que atraviesa Toscana a lo largo por casi 400 kilómetros, acogiendo a viajeros de todo el mundo desde la Edad Media, o la Eroica, itinerario ciclista atravesando los paisajes del Chianti y el Valle de Orcia.
Para conocer la campaña toscana, puedes ir hasta Valdichiana el granero de Toscana, descubrir los jardines de Piana di Lucca y de Valdinievole, aventurarse entre los barrancos de Valdarno o en las Paludes de Fucecchio, el área húmeda más grande de Italia.
Y luego puedes visitar los pueblos característicos, verdaderas perlas en un mar de colinas: Castelnuovo Berardenga, Certaldo, Montepulciano, Monteriggioni, Pienza, Volterra, Vinci y San Gimignano son sólo algunos ejemplos de lugares donde se respira una atmósfera totalmente toscano.