Una tradición popular, documentada por escritos históricos, remonta la Representación Histórica del Viernes Santo en Grassina, a las primeras décadas del siglo XVII. Se trataba de un rito exclusivamente religioso, que en aquellos años se podía encontrar en muchas partes de Europa central y meridional, como un acto piadoso de acción de gracias por la liberación de los azotes de la guerra y la peste negra.
Con el paso del tiempo, al sentimiento místico se ha sumado un elemento espectacular de gran sugestión, por los acontecimientos representados, por las fuertes motivaciones psicológicas y por la ambientación en escenarios naturales de encanto. Suspendida durante los años de la guerra, la Recreación se reanudó y enriqueció en 1950, y continuó hasta 1966, el año de la desastrosa inundación de Florencia. Después de 17 años, un grupo de voluntarios de Grassina, volvió a proponer el evento con letras y adaptación musical completamente nuevas.
La recreación se compone de 2 momentos que tienen lugar simultáneamente. Procesión histórica por las calles del pueblo, en la que participan unos 500 figurantes con trajes de época, y escenas de la vida y pasión de Jesús en el "Calvario", interpretadas por unos 100 extras.
Las figuras disfrazadas que componen la histórica procesión, dan vida a uno de los momentos más representativos de la velada. Figuras esbeltas, soldados poderosos y centuriones, mujeres romanas relucientes, el cuadro de ladrones y los caballos majestuosos, son el marco de un Cristo, que se balancea y sufre, en los 90 minutos de recorrido del Vía Crucis. La llegada al Calvario es el preludio de la fusión de los dos acontecimientos hasta entonces separados (procesión y escenas), que la coordinación, estudiada por la dirección, consigue realizar, todos los años, con gran habilidad.
Los 100 figurantes que, por la noche y a la luz de la magnífica colina de Grassina, se mueven como sombras, y los actores, en el escenario natural creado entre estrechas calles, muros, retamas y olivos, ofrecen un paisaje y una representación escénica apreciada y aplaudida por protagonistas del espectáculo italiano; en este sentido, recordamos las valoraciones positivas expresadas por el maestro Franco Zeffirelli, Giorgio Albertazzi, la reina de la danza Carla Fracci y el director Beppe Menegatti.
Sólo unos pocos trucos teatrales de un escenario natural crean esa sugerente armonía de colores, sonidos y luces, que tanto emocionan al espectador que por primera vez participa en la representación, y que nunca dejan de sorprender.
Los diálogos y el texto están tomados libremente de los Evangelios de Mateo, Lucas y Juan. La música es de Dvorak, Orff, Haendel, Grieg, Bach, Wagner, Verdi, Stravinskij, Beethoven, Faure, Malher, Albinoni.
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