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Itinerarios
Un fin de semana por la Vía Francígena: explorando el tramo de San Miniato a Gambassi Terme

Qué hacer, ver y probar a lo largo del tramo 30 de la Vía Francígena toscana

Los senderistas experimentados pueden recorrer los 23,7 km de la Vía Francígena que va de San Miniato a Gambassi Terme en menos de seis horas, pero ¿por qué no hacer que la diversión dure un poco más? Transforma una ardua caminata, en un fin de semana de exploración, relajante, pero sin embargo activo: tómatelo con calma, deteniéndote para ver una variedad de sitios históricos a lo largo de la ruta de peregrinación -complejos hoteleros y monásticos, castillos- y lugares con atractivos para los viajeros de hoy: spa, sitios de excavación, restaurantes.

1.
DÍA 1
San Miniato, la capital de la trufa

El viaje comienza en San Miniato, pueblo medieval conocido por su enclave en la cima de una colina (y por ser capital de la trufa), que conserva evidencias de actividad humana que se remontan a la prehistoria: su pequeña fracción Paesante, alberga los restos de un pueblo de la Edad del Bronce. Enclavado entre la Pisa contemporánea y Florencia, San Miniato es conocido por sus animados ritos y mercados locales, que se celebran durante todo el año según la estación: pronto lo entenderemos.

Comienza tu exploración con una visita a la Rocca de San Miniato, estructura defensiva que testimonia la antigua fama del pueblo como sitio estratégico (San Miniato se extiende a través de tres pequeñas colinas, con vistas panorámicas de los valles de Egola, Arno y Elsa). La Rocca di San Miniato fue terminada a principios del siglo XIII: desde arriba se puede ver el punto de encuentro de la vía Francígena toscana con su equivalente romana, que desde Pisa serpentea hacia Florencia. 

A la vista tienes el sitio arqueológico de San Genesio, que fue un punto de parada a lo largo de la vía Francígena para numerosos viajeros durante la época medieval. Generalmente considerado el asentamiento del que surgió el actual San Miniato, a comienzos del siglo XIII, se ha ganado el apodo de "Capital perdida de la Toscana." Para conocer más de cerca su papel de centro de peregrinación, dirígete a vía Conti, donde podrás examinar los hallazgos de la excavación arqueológica en la Torre degli Stipendiari, que antes era un taller de carpintería y ahora es la sede de la asociación cultural CRA (Centro Raccolta Arte). Si tus gustos son más modernos, la asociación también organiza una serie de conferencias y eventos, frecuentemente con un enfoque de arte contemporáneo.

Sin embargo, el orgullo y la alegría de San Miniato -la trufa- sigue siendo la principal atracción del pueblo. En el pueblo se celebran varios festivales gastronómicos de fama internacional, en su mayoría centrados en la trufa. El más popular llega en otoño: el Festival de la Trufa Blanca de San Miniato (Mostra Mercato Nazionale del Tartufo Bianco di San Miniato). Típicamente se lleva a cabo durante los últimos tres fines de semana de noviembre y el primer fin de semana de diciembre, el festival reúne a gourmets, compradores profesionales y curiosos catadores, para disfrutar de días enteros de diversión al aire libre y menús a base de trufas.

Pero no te desanimes si no puedes hacer tu viaje en esa época del año: los viajeros de verano, pueden aprovechar la"Noche Negra" a mediados de junio, que rinde homenaje al gemelo negro de la trufa blanca; los visitantes de septiembre, pueden hacer una parada en La Serra para participar en el Festival de la Trufa Blanca el último fin de semana del mes; y los visitantes de principios de otoño, pueden disfrutar de la Fiesta de la Trufa de Balconevisi, el tercer fin de semana de octubre. Encuentras información actualizada sobre todos estos festivales en www.sanminiatopromozione.it.

Quédate en San Miniato y pasa la noche descansando para el segundo día; tendrás que hacer un largo viaje a pie para llegar a Castelfiorentino.

El viaje comienza en San Miniato, pueblo medieval conocido por su enclave en la cima de una colina (y por ser capital de la trufa), que conserva evidencias de actividad humana que se remontan a la prehistoria: su pequeña fracción Paesante, alberga los restos de un pueblo de la Edad del Bronce. Enclavado entre la Pisa contemporánea y Florencia, San Miniato es conocido por sus animados ritos y mercados locales, que se celebran durante todo el año según la estación: pronto lo entenderemos.

Comienza tu exploración con una visita a la Rocca de San Miniato, estructura defensiva que testimonia la antigua fama del pueblo como sitio estratégico (San Miniato se extiende a través de tres pequeñas colinas, con vistas panorámicas de los valles de Egola, Arno y Elsa). La Rocca di San Miniato fue terminada a principios del siglo XIII: desde arriba se puede ver el punto de encuentro de la vía Francígena toscana con su equivalente romana, que desde Pisa serpentea hacia Florencia. 

A la vista tienes el sitio arqueológico de San Genesio, que fue un punto de parada a lo largo de la vía Francígena para numerosos viajeros durante la época medieval. Generalmente considerado el asentamiento del que surgió el actual San Miniato, a comienzos del siglo XIII, se ha ganado el apodo de "Capital perdida de la Toscana." Para conocer más de cerca su papel de centro de peregrinación, dirígete a vía Conti, donde podrás examinar los hallazgos de la excavación arqueológica en la Torre degli Stipendiari, que antes era un taller de carpintería y ahora es la sede de la asociación cultural CRA (Centro Raccolta Arte). Si tus gustos son más modernos, la asociación también organiza una serie de conferencias y eventos, frecuentemente con un enfoque de arte contemporáneo.

Sin embargo, el orgullo y la alegría de San Miniato -la trufa- sigue siendo la principal atracción del pueblo. En el pueblo se celebran varios festivales gastronómicos de fama internacional, en su mayoría centrados en la trufa. El más popular llega en otoño: el Festival de la Trufa Blanca de San Miniato (Mostra Mercato Nazionale del Tartufo Bianco di San Miniato). Típicamente se lleva a cabo durante los últimos tres fines de semana de noviembre y el primer fin de semana de diciembre, el festival reúne a gourmets, compradores profesionales y curiosos catadores, para disfrutar de días enteros de diversión al aire libre y menús a base de trufas.

Pero no te desanimes si no puedes hacer tu viaje en esa época del año: los viajeros de verano, pueden aprovechar la"Noche Negra" a mediados de junio, que rinde homenaje al gemelo negro de la trufa blanca; los visitantes de septiembre, pueden hacer una parada en La Serra para participar en el Festival de la Trufa Blanca el último fin de semana del mes; y los visitantes de principios de otoño, pueden disfrutar de la Fiesta de la Trufa de Balconevisi, el tercer fin de semana de octubre. Encuentras información actualizada sobre todos estos festivales en www.sanminiatopromozione.it.

Quédate en San Miniato y pasa la noche descansando para el segundo día; tendrás que hacer un largo viaje a pie para llegar a Castelfiorentino.

2.
DÍA 2
Desvío a Castelfiorentino

Hoy, haz el viaje a Castelfiorentino, situado entre el Valle medio del Arno y la parte norte del Valle de Elsa; para llegar a él, puedes tomar un tren desde la estación de San Miniato-Fucecchio hasta Castelfiorentino; al igual que los antiguos peregrinos, puedes disfrutar de la tradicional hospitalidad del pueblo alojándote en un modesto albergue, a la medida de los viajeros cansados.  

Al igual que San Miniato, Castelfiorentino está ligado a la cultura y al patrimonio de la peregrinación: no queda lejos la intersección de la vía Francígena con la vía Volterrana, por ello numerosos viajeros, que desde el norte de Europa viajaban a Roma, hacían una parada en Castelfiorentino para descansar. También fue el sitio de una tregua monumental: la firma del pacto de paz de 1260 entre los históricos rivales de Siena y Florencia, después de la batalla de Montaperti. 

Los visitantes lo conocen mejor por asociarlo a Benozzo Gozzoli, el pintor renacentista de la famosa Capilla de los Magos del Palazzo Medici Riccardi en Florencia. Aunque Castelfiorentino no es su lugar de nacimiento, alberga un museo dedicado a su memoria (cabe destacar que el museo ha sido elogiado por sus esfuerzos de accesibilidad, destinados a mejorar la experiencia de los visitantes con dificultades de aprendizaje). Los ciclos de frescos de los Tabernáculos de la Madonna delle Tosse (1484) y de la Madonna delle Grazie (1490-91), tomados de sus lugares originales y conservados aquí, son las obras más destacadas que se pueden ver. El ciclo de este último tabernáculo fue resultado de un esfuerzo de grupo, llevado a cabo por Gozzoli y algunos de sus colaboradores.
El primero contiene un fresco que representa a la Virgen amamantando al niño Jesús, rodeada de santos y ángeles, y fue diseñado para tener un impresionante efecto visual trompe-l'oeil, que parece un retablo enmarcado tridimensional en lugar de una pintura mural. 

También vale la pena detenerse en el Museo de Santa Verdiana, que alberga una variada colección de obras de arte, manuscritos y vasijas religiosas procedentes de las iglesias de la zona. Protagonista de la colección, es una famosa representación de la Virgen y el niño de Cimabue, ahora apodada la Virgen de Castelfiorentino. Algunos estudiosos piensan que un joven Giotto también pudo haber trabajado en ello. 

Visitar museos, sin duda, te dejará hambriento. En Castelfiorentino, los callos son los reyes, y las carnes curadas que se derriten en la boca, la sbriciolona y el embutido de carne y sangre de cerdo, buristo, también son populares. (¡Lo siento, veganos!)

Hoy, haz el viaje a Castelfiorentino, situado entre el Valle medio del Arno y la parte norte del Valle de Elsa; para llegar a él, puedes tomar un tren desde la estación de San Miniato-Fucecchio hasta Castelfiorentino; al igual que los antiguos peregrinos, puedes disfrutar de la tradicional hospitalidad del pueblo alojándote en un modesto albergue, a la medida de los viajeros cansados.  

Al igual que San Miniato, Castelfiorentino está ligado a la cultura y al patrimonio de la peregrinación: no queda lejos la intersección de la vía Francígena con la vía Volterrana, por ello numerosos viajeros, que desde el norte de Europa viajaban a Roma, hacían una parada en Castelfiorentino para descansar. También fue el sitio de una tregua monumental: la firma del pacto de paz de 1260 entre los históricos rivales de Siena y Florencia, después de la batalla de Montaperti. 

Los visitantes lo conocen mejor por asociarlo a Benozzo Gozzoli, el pintor renacentista de la famosa Capilla de los Magos del Palazzo Medici Riccardi en Florencia. Aunque Castelfiorentino no es su lugar de nacimiento, alberga un museo dedicado a su memoria (cabe destacar que el museo ha sido elogiado por sus esfuerzos de accesibilidad, destinados a mejorar la experiencia de los visitantes con dificultades de aprendizaje). Los ciclos de frescos de los Tabernáculos de la Madonna delle Tosse (1484) y de la Madonna delle Grazie (1490-91), tomados de sus lugares originales y conservados aquí, son las obras más destacadas que se pueden ver. El ciclo de este último tabernáculo fue resultado de un esfuerzo de grupo, llevado a cabo por Gozzoli y algunos de sus colaboradores.
El primero contiene un fresco que representa a la Virgen amamantando al niño Jesús, rodeada de santos y ángeles, y fue diseñado para tener un impresionante efecto visual trompe-l'oeil, que parece un retablo enmarcado tridimensional en lugar de una pintura mural. 

También vale la pena detenerse en el Museo de Santa Verdiana, que alberga una variada colección de obras de arte, manuscritos y vasijas religiosas procedentes de las iglesias de la zona. Protagonista de la colección, es una famosa representación de la Virgen y el niño de Cimabue, ahora apodada la Virgen de Castelfiorentino. Algunos estudiosos piensan que un joven Giotto también pudo haber trabajado en ello. 

Visitar museos, sin duda, te dejará hambriento. En Castelfiorentino, los callos son los reyes, y las carnes curadas que se derriten en la boca, la sbriciolona y el embutido de carne y sangre de cerdo, buristo, también son populares. (¡Lo siento, veganos!)

3.
DÍA 3
Gambassi Terme o Montaione

Baja el ritmo de tu viaje con una caminata a Gambassi Terme, otro punto de peregrinación de primer orden, asociado desde hace tiempo con el Arzobispo de Canterbury Sigerico (siglo X). Uno de sus principales atractivos se encuentra antes de llegar al centro histórico, en la aldea de Chianni, a unos 5 km de Gambassi Terme: la Iglesia Parroquial Santa María en Chianni, ejemplo de arquitectura románica tardía. Los registros muestran que fue la vigésima parada de Sigeric en su viaje personal de regreso a Canterbury desde Roma por la vía Francígena. En las tierras de la aldea de Chianni, se encuentra el Ostello di Sigerico, un lugar de hospedaje que lleva el nombre del arzobispo y que todavía acoge a peregrinos contemporáneos.

Prepárate para una caminata empinada cuando vayas a dirigirte hacia Gambassi Terme: sigue una pendiente hasta llegar al centro histórico, con sus complejos termales, ubicados dentro del Parque de la Ciudad. Relájate en uno de estos establecimientos, cuyas aguas se celebran desde hace siglos, o examina los objetos arqueológicos del periodo Etrusco-Arcaico (siglo 7 a.C.) en el Palazzo Cívico.  

Como alternativa a este itinerario propuesto, inicia tu camino hacia el tranquilo Montaione, imagen perfecta de un pueblo en la cima de una colina con vistas al Valle de Elsa, donde la torre del reloj, de estilo antiguo, es el eje central y el ritmo de vida es menos agobiante. 

Prueba las castañas mientras estés aquí, sobre todo si haces tu viaje en otoño: dominan los bosques que rodean estos lugares. A finales de octubre se celebra el Festival de la Trufa y la Castaña, conocido localmente con el nombre de TartuFesta, ocasión inmejorable para degustar algunas especialidades y productos locales.

Lo más memorable aquí, sin embargo, es el Monte Sagrado San Vivaldo (Il Sacro Monte di San Vivaldo), un lugar de peregrinación en todos los sentidos. Se ha ganado el apodo de "La Jerusalén de la Toscana" por sus orígenes sagrados, el sitio sigue atrayendo a los peregrinos contemporáneos de hoy. Su nombre proviene de Vivaldo Stricchi, un ermitaño franciscano del siglo XIV de San Gimignano que eligió los alrededores para vivir una vida de contemplación y ayuno. Hoy en día, la arquitectura parece lujosa comparada con la forma en que vivía: fue encontrado muerto en el hueco de un castaño que le servía de casa. En ese mismo lugar se erigió una capilla en su honor, y desde entonces se han añadido un monasterio y una iglesia. Más tarde, los franciscanos construyeron un complejo de capillas que reproducía la topografía de algunos de los lugares más sagrados de Jerusalén, de esta manera, el sitio se ganó su apodo y atrajo a aquellos visitantes internacionales que no podían llegar hasta la Tierra Santa. 

Date una palmadita en la espalda, peregrino: esta etapa del viaje ha terminado.

Baja el ritmo de tu viaje con una caminata a Gambassi Terme, otro punto de peregrinación de primer orden, asociado desde hace tiempo con el Arzobispo de Canterbury Sigerico (siglo X). Uno de sus principales atractivos se encuentra antes de llegar al centro histórico, en la aldea de Chianni, a unos 5 km de Gambassi Terme: la Iglesia Parroquial Santa María en Chianni, ejemplo de arquitectura románica tardía. Los registros muestran que fue la vigésima parada de Sigeric en su viaje personal de regreso a Canterbury desde Roma por la vía Francígena. En las tierras de la aldea de Chianni, se encuentra el Ostello di Sigerico, un lugar de hospedaje que lleva el nombre del arzobispo y que todavía acoge a peregrinos contemporáneos.

Prepárate para una caminata empinada cuando vayas a dirigirte hacia Gambassi Terme: sigue una pendiente hasta llegar al centro histórico, con sus complejos termales, ubicados dentro del Parque de la Ciudad. Relájate en uno de estos establecimientos, cuyas aguas se celebran desde hace siglos, o examina los objetos arqueológicos del periodo Etrusco-Arcaico (siglo 7 a.C.) en el Palazzo Cívico.  

Como alternativa a este itinerario propuesto, inicia tu camino hacia el tranquilo Montaione, imagen perfecta de un pueblo en la cima de una colina con vistas al Valle de Elsa, donde la torre del reloj, de estilo antiguo, es el eje central y el ritmo de vida es menos agobiante. 

Prueba las castañas mientras estés aquí, sobre todo si haces tu viaje en otoño: dominan los bosques que rodean estos lugares. A finales de octubre se celebra el Festival de la Trufa y la Castaña, conocido localmente con el nombre de TartuFesta, ocasión inmejorable para degustar algunas especialidades y productos locales.

Lo más memorable aquí, sin embargo, es el Monte Sagrado San Vivaldo (Il Sacro Monte di San Vivaldo), un lugar de peregrinación en todos los sentidos. Se ha ganado el apodo de "La Jerusalén de la Toscana" por sus orígenes sagrados, el sitio sigue atrayendo a los peregrinos contemporáneos de hoy. Su nombre proviene de Vivaldo Stricchi, un ermitaño franciscano del siglo XIV de San Gimignano que eligió los alrededores para vivir una vida de contemplación y ayuno. Hoy en día, la arquitectura parece lujosa comparada con la forma en que vivía: fue encontrado muerto en el hueco de un castaño que le servía de casa. En ese mismo lugar se erigió una capilla en su honor, y desde entonces se han añadido un monasterio y una iglesia. Más tarde, los franciscanos construyeron un complejo de capillas que reproducía la topografía de algunos de los lugares más sagrados de Jerusalén, de esta manera, el sitio se ganó su apodo y atrajo a aquellos visitantes internacionales que no podían llegar hasta la Tierra Santa. 

Date una palmadita en la espalda, peregrino: esta etapa del viaje ha terminado.

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