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El Pueblo de Vinca

Descubriendo un paisaje único, dominado por las cumbres de Pizzo d'Uccello, Garnerone y del Monte Sagro

Situado en el corazón del Parque Regional de los Alpes Apuanos, a 808 metros de altitud, el pueblo de Vinca está inmerso en un típico paisaje alpino, dominado por las cumbres de los Montes Sagro, Grondilice y Pizzo d'Uccello.

Por cierto, el pueblo tiene ciertamente orígenes muy antiguos, pero los primeros vestigios escritos se remontan al 1305, cuando se fundó el Municipio autónomo de Vinca en "asociación" con el Municipio de Lucca. En el 1419 pasó bajo el dominio de Florencia, a la cual perteneció hasta su anexión al Reino de Italia en el 1860. Como testimonio del dominio florentino, en la fachada de la Iglesia Sant'Andrea Apostolo, se pueden admirar los únicos dos "marzocchi" originales del Siglo XV (símbolo de León Heráldico) en el Municipio de Fivizzano.

El pueblo y el valle, donde se respira una atmósfera de tiempos pasados, aún conservan las características de la civilización rural de montaña: pastos y extensos castañares con enormes árboles seculares, donde todavía se recogen las castañas para transformarlas en harina dulce. 

Desde Vinca parten numerosos senderos de excursionismo que conducen al corazón de los Alpes Apuanos. Por lo general, son recorridos exigentes con desniveles considerables; por ello, antes de abordarlos es aconsejable adquirir el equipo adecuado y las informaciones actualizadas, o contratar a un guía Ambiental o Alpino. Además, en la zona también se encuentran muchos muros para la escalada deportiva.

El pan de Vinca
El pan de Vinca - Credit: AlterEco Soc. Coop.

El famoso pan de Vinca tiene una fragancia y un aroma particulares, un aspecto oscuro y un tamaño redondo de unos 2 kg. Se deja leudar la masa por unas 12 horas antes de la cocción que se efectúa exclusivamente en hornos de leña. Lo puedes comprar en las panaderías o tiendas locales.

Vinca es dolorosamente conocido por los acontecimientos que tuvieron lugar al final de la Segunda Guerra Mundial. En agosto de 1944, de hecho, fue atacado por la ferocidad nazi-fascista que culminó con una masacre en la que murieron 142 personas, en su mayoría mujeres y niños. Un recorrido por el interior del pueblo relata los hechos de aquellos tristes días y relaciona los distintos monumentos erigidos como perenne recordatorio y aviso para que no se repitan hechos trágicos similares.

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